sábado, 5 de febrero de 2011

MINERIA EN JAPON

restauración conservación del patrimonio

Minas de plata de Iwami Ginzan (Japón)

San Francisco Javier, el misionero español que llevó el cristianismo a Japón, ya escribió en la mitad del siglo XVI sobre la producción de plata en Japón.

En 1568, el cartógrafo portugués Fernan Buez Dohrade dibujó un mapa de Japón, con referencias a las minas de plata, producción que en el siglo XVI y XVII abastecía buena parte de las necesidades mundiales.


Desde 1526, la mina de plata de Iwami-Ginzan funcionó durante cuatro siglos, llegando a proveer en algún momento de la mitad de la plata que se consumía en el mundo. Éste y el de Potosí(Bolivia), estarían a la cabeza de los grandes centros argentíferos de toda la historia.

En el suroeste de la isla de Honshu hay un conjunto de montañas ricas en mineral de plata que se elevan a 600 metros de altitud y están entrecortadas por valles fluviales profundos.

La zona conserva vestigios arqueológicos de grandes minas, fundiciones y refinerías, así como de poblados mineros que estuvieron en uso entre los siglos XVI y XX. Una red viaria permitía llevar el mineral de plata hasta los puertos de la costa, de donde se enviaba por barco a Corea y a China. La gran cantidad de metal, unida a la calidad de éste, obtenida mediante técnicas muy avanzadas, contribuyó sustancialmente al desarrollo económico global del Japón y del sureste asiático en los siglos XVI y XVII.

En la zona existen fortalezas, santuarios, tramos de rutas de transporte Kaidô hacia la costa, así como tres ciudades portuarias desde las que partía el mineral: Tomogaura, Okidomari y Yunotsu. El sitio tiene una superficie de 442 hectáreas y su zona de amortiguamiento comprende 3.221 hectáreas, según datos de la UNESCO.

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